simon_pedestal

simon_pedestal

martes, 29 de mayo de 2012

Sitôt qu'on le touche, il résonne (XXXII) : When the sun hits.



"La cronología de Hanging Rock es incierta; mi erudición lo es aún más; los supuestos acontecimientos de 1900, la novela de Lindsay del 67 y la película de Weir del 75 son quizá tan infalibles como el usuario lazergliderspaceman que en 2010 arriesga este vídeo en Youtube con música de Slowdive del 93; no me sorprendería que la historia de la leyenda fuese legendaria, hecha de verdad sustancial y de errores accidentales." (Formas de una leyenda, Otras Inquisiciones. J.L.Borges)



¿Qué pasará cuando el implacable sol de Blogger queme mis fichas safari club? ¿Se perderán para siempre como se perdieron las niñas de Hanging Rock?


viernes, 25 de mayo de 2012

SANATORIO DE HERISAU, VIII

Tina Merandom
 
Todo alrededor está lleno de huecos, qué paradoja. El vacío lleno, abarrotado, de vacíos. Hay una máscara azteca en la pared de enfrente cuando me tumbo a leer. La máscara azteca me mira con sus ojos huecos de nada y de pregunta. La habré puesto ahí para recordarme que detrás de la máscara hay abismo, pero ya no me acuerdo, ahora sólo me disgusta y absorbe en sus cuencas silenciosas el terror de mis ojos. Aunque es un miedo impasible, conforme a veces. Pero ese es sólo un hueco, alrededor hay muchos más. Es increíble lo que abundan los agujeros, aunque a veces, la mayor parte de las veces, parecen lisos y disimulan sus negras bocas devoradoras. Los escalones, el vano de las puertas, el falso agujero al mundo de las ventanas. Lleno todo lo que puedo los nichos: los estantes, los cuadrados de cds, las alacenas. Las atiborro de cosas, da igual, libros, botes de tomate o discos. El caso es que tapen los agujeros. Recuerdo siempre de las ruinas una sola cosa. No las columnas fuertes ni los bustos cariados. Recuerdo más bien el contorno que dejan los arcos, las cuadrículas mortuorias de lo que fueron habitaciones o almacenes de trigo y las hornacinas, siempre vacías, como esperando, o más bien recordando aquello que contuvieron. Hasta en la unión perentoria de un abrazo lo que cuenta no es el nudo de los cuerpos o la unción de la saliva. Lo que cuenta siempre es el hueco que queda en medio, insoslayable, irremediable. No hay manera de aplastarlo y reducirlo. La cama espera también el hueco de nuestro cuerpo, como el satén que acolcha el ataúd marcará para siempre la oquedad de nuestra silueta. El cuerpo también es hueco, la garganta, el sexo abierto, los agujeros por los que respira proclaman su soledad. Parece que también  hay agujeros por las multiplicaciones imposibles del espacio. Imagino que somos una réplica de ese gran hueco celestial, de noche negra y cerrada, que nos anuncia que seremos tragados para siempre para llenar su propio e inabarcable vacío.

jueves, 24 de mayo de 2012

AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA. HOUELLEBCQUIANA

Me he acercado a Houellebcq tarde, empezando por su última obra, El mapa y el territorio, y bajo el influjo de su polémica figura: que si misógino, que si racista o reaccionario, etc. A pesar de esa imagen, buscada o no, de “énfant terrible” y del sesgo ideológico que sus detractores quieran enarbolar como crítica a una obra “inmoral”, a mí me ha parecido todo lo contrario. Y cuando digo todo lo contrario, me refiero precisamente a que para mí obras como Ampliación del campo de batalla o Las partículas elementales, tienen una vocación claramente social, de denuncia, si bien no denuncia al uso (esto está mal y enfrente tenemos el bien), sino de desvelamiento de unos tiempos terribles, casi apocalípticos en su obra (también en la realidad que tenemos fuera), para los cuales no hay redención, no hay esperanza. Todas las salidas se ponen en entredicho y aparecen igualmente ridículas, porque el hombre posmoderno parece haber evolucionado sólo para ser consciente de su hundimiento, para descubrir la falsedad de las hipotéticas redenciones (ese pensamiento positivo y bienpensante) y para ver y sufrir en sus propias carnes que la sociedad ya ha dejado de ser un proyecto común que se dirige hacia alguna parte, y, que por contra, el individualismo se ha impuesto como un totalitarismo desconcertante, que anula las posibilidades de relación y que condena al hombre actual al ostracismo, la soledad y el hundimiento moral. El cinismo de que se le acusa no es más que la verdadera temperatura de nuestro tiempo. Creo que el autor llega a ese cinismo moral y social simplemente a través de una mirada lúcida, inteligente y analítica sobre la sociedad y el hombre: no hace más que constatar la desarticulación de los valores humanos (una vez ya perdidos los espirituales o religiosos, incluso los culturales) en un mundo en que se ha atomizado a la persona, se la ha desgajado de cualquier posibilidad de unión con el otro, y que ha convertido en vicarias todas las experiencias. Vivimos por y para la galería, las cimas del éxito están codificadas en términos económicos y sexuales casi exclusivamente, el consumo (material, pero también el amoroso, el del bien cultural) se convierte en la expresión inequívoca del vacío y de la nada. El problema, para Houellebecq,  es que no hay cómo escapar a esto. Sus personajes acaban próximos o inmersos en el suicidio, en la violencia, o en el autismo más absoluto. La experiencia verdadera ya ha dejado de ser comunicable y cada cual se recluye en su tortuoso mundo, siempre angustiante.
Pienso que esta es su denuncia, perfectamente heredera del existencialismo de Sartre, pero imbuida en el cinismo y la desubicación de la posmodernidad. Y si en Sartre esto nos parece un compromiso social claro, no veo por qué en Houellebecq ha de ser nihilismo destructivo y amoral simplemente. El personaje protagonista (y narrador) de Ampliación del campo de batalla aborrece el mundo que le rodea y nos va destripando sus falsedades, sus hipocresías y sus mecanismos internos. Los temas que van desfilando son los siempre presentes en el autor: la vejez y la muerte como lacras de horror que obsesionan al hombre moderno, sobre todo en lo que el avance de la edad tiene de abandono de la única autenticidad posible (la de la infancia). La obsesión por la juventud (se considera acabado a un hombre de 30 años en esta novela, o a los 40, un deshecho, en Las partículas elementales) va unida a la obsesión por el sexo, en términos siempre de liberalismo mercantilista , y por la belleza física (como moneda de cambio dentro del círculo del consumo). La ausencia de emociones verdaderas, entre ellas la invención imposible del amor es otra de las taras de los personajes y de la sociedad en que se mueven. 
Otros temas constantes son la verdadera significación del éxito, la imposibilidad de la conciliación y del reconocimiento en la pareja, en la familia o simplemente en la camaradería; o la eutanasia y el suicidio (únicas  salidas que la sociedad parece ofrecer a aquellos que no cumplen el canon requerido). En Las partículas elementales se hace reiterada mención a Huxley y su obra Un mundo feliz.  En Houellebecq, esas previsiones aterradoras han sido superadas con creces por la realidad. Se nos tornan inocentes y hasta deseables las de Huxley frente al mundo que el escritor francés disecciona y que es el nuestro, visto sin velos, sin falsas utopías y en toda su desesperación. La violencia, la soledad, y la falta de afecto en que vive el hombre contemporáneo le lleva a su disolución moral, y nos lleva al cinismo como único escudo protector contra el resto. El sadismo, la pornografía, la burla despiadada e incluso el crimen no son otra cosa que el efecto que tal sociedad ejerce contra todos, sobre todo contra sus representantes más débiles. Houellebecq no hace apología del desquiciamiento o de la indiferencia, ni siquiera de lo políticamente incorrecto. La suya es una reflexión más que desesperada sobre la destrucción de lo humano, no ya en sentido apocalíptico  (lo que está por venir) sino tan sólo como constatación de un presente que, desgraciadamente, todos compartimos, pero que todos parecen ir pasando por alto, aunque sea auspiciados en el autoengaño. La lucidez siempre implica sufrimiento, es mi conclusión. En cambio, la tesis del autor no contempla una antítesis, y menos una solución, de ahí su amoralidad, tan insoportable para muchos.

jueves, 17 de mayo de 2012

La famosa rana saltarina de Calaveras County (Mark Twain) [E.E. mini credit 00 nº1]




"-Bueno -dijo-. No veo por qué esa rana tiene que ser mejor que cualquier otra rana.

-Tal vez no -dijo Smiley-. Tal vez entiendes a las ranas y tal vez no las entiendes. Tal vez tienes experiencia y tal vez no eres más que un aficionado, por decirlo de alguna forma. En todo caso, yo tengo mi opinión y me apuesto cuarenta dólares a que puede saltar más que ninguna otra rana de Calaveras County."

Mark Twain


miércoles, 16 de mayo de 2012

Antología Arcade de la Literatura Norteamericana.




Ya está aquí la tan esperada Antología Arcade del Cuento Norteamericano (E.E. mini credit 00) de Ediciones El Estili(s)ta que supera con creces el tocho que en su día editó Galaxia Gutenberg.
Al fin, y justo a tiempo para ser presentada en la entrañable Feria del Libro de 2012. Se trata de una exquisita y cuidada edición de bolsillo con algunos de los relatos que la mejor narrativa arcade norteamericana nos brinda.

"Hemos querido editar de nuevo estos magníficos relatos para hacerlos llegar al gran público, ávido de calidad en estos tiempos de grave crisis económica y cultural. Es por ello que el precio de cada ejemplar cubrirá poco más que su propio coste, es decir unos 50 céntimos de euro por libro. Nos hemos ahorrado una pasta en traductores al copiar íntegramente las traducciones anteriores que estaban bastante logradas. Además, como curiosidad, los ejemplares solo podrán adquirirse en unas máquinas dispensadoras similares a las que se jugaban estos viejos juegos arcade. ¡Ya saben aquello de: Insert Coin! ¡Lleven monedas de sobra por si se enganchan a las máquinas y nuestros empleados se quedasen sin cambio"- Anunció un pletórico Niño Pedante.-


























"Imprescindible en cualquier biblioteca que se precie, esta colección de 77 relatos (65 + 3 + Nueve Cuentos Arcade de J.D. Salinger que el cobarde Richard Ford no se atrevió a incluir en su antología de 2001) dará que hablar".

























"Amablemente nos han ofrecido una caseta en el Real de la Feria del Libro para la presentación, se trata de la caseta "P. S. Las Mercedes" sita en la calle Pascual Márquez nº67-69 (caseta de dos módulos). En la caseta se recreará el ambiente juvenil de los concurridos billares, futbolines y salones recreativos de principios de los 80. El próximo jueves a las 5 de la tarde los miembros del Estili(s)ta atenderemos allí tanto a los lectores como a los libreros que se interesen por nuestra colección. Como música de ambiente sonará este conocido tema de forma repetitiva:"




"A los que tengan monedas de sobra pero ya no les quede la sangre suficiente para poder escaparse de nuestras máquinas expendedoras de libros y consigan completar la colección de títulos de relato breve E.E. mini credit 00 les obsequiaremos con dos grandes novelas anticipo de nuestra próxima Antologia Arcade de la Novela Norteamericana (E.E. credit 00): el clásico Moby Dick de Herman Melville y la genial Meridiano de Sangre de nuestro contemporáneo Cormac McCarthy."








miércoles, 9 de mayo de 2012

Sitôt qu'on le touche, il résonne (XXXI): The Tomorrow People.



Estoy pensando en hacer algo nuevo.

Quizá una nueva serie (de posts) que titularé: Blogueros del Mañana.

viernes, 4 de mayo de 2012

AIRE DE DYLAN, de E. Vila-Matas


Leo la última novela de Vila-Matas y cuando acabo me lleva a releer a Nabokov (La verdadera vida de Sebastian Knight) y a Kafka (El castillo). Este es el efecto que las novelas de Vila-Matas suelen ejercer sobre el lector: la búsqueda de otros libros, otros autores, que brotan de su obra, o mejor, que son la materia misma de su obra. Todo este juego de espejos literarios, citas encubiertas o descubiertas, relaciones intertextuales ( como en el caso de Hamlet o la novela de Nabokov), pastiche en gran medida de referencias no sólo literarias, sino también musicales (el propio Dylan) o cinematográficas (Tres camaradas, tan presente todo el tiempo) nos remiten al eterno retorno del universo vilamatiano, esta vez, con un mayor hilo argumental en detrimento de lo más puramente ensayístico. A pesar de una trama (bastante kafkiana y muy teatral como muchos han señalado), la impresión es de una novela hecha a retazos, un poco rompecabezas, donde ir articulando y superponiendo sentidos. Los mismos temas del autor pero bajo un aire nuevo, más narrativo, pero también más trabado que nunca de referencias implícitas.
Está presente la idea constante de la inacción, el Bartebly omnipresente, o el Walser de la renuncia. En este caso, a través de dos de los personajes protagonistas (Vilnius  y Débora), oblomovistas convencidos (en referencia al personaje ruso culmen de la inacción y la inutilidad ) que pretenden no hacer nada como principio, que descreen de la cultura del esfuerzo y que se aferran al fracaso como único punto de llegada. Personajes juguetones, livianos, intrascendentes que, por otro lado, remiten a los “ayudantes” de K en El castillo de Kafka (por ejemplo, cuando adoptan sus poses absurdas, llenas de teatralidad).
 También el propio narrador (identificable en ocasiones con el autor, pero qué personaje de esta novela no nos remite a él –otro ítem predilecto: la autoficción) ha decidido, infructuosamente, dejar de escribir. Le pesa su éxito, su trabajo constante y quiere llegar al silencio total, pero en su camino se cruza la posibilidad de inventar una autobiografía apócrifa, que es la que tenemos, en gran medida, en las manos. Está por tanto implícita la imposibilidad del no hacer, la utopía del no ser y el no hacer.
Como dije antes, está el entramado de referencias, pero esta vez como tapiz sobre el que se construye el argumento y el sentido. De La verdadera vida de Sebastian Knight procede esa recreación de la vida de un escritor : en el caso de Nabokov, el hermanastro del escritor intenta reconstruir su vida , contra una versión biográfica falaz que ya ha sido publicada. En el caso de Vila-Matas, Vilnius quiere que alguien realice la verdadera autobiografía de su padre, el escritor Lancastre, quien va usurpando poco a poco la personalidad y la memoria de su hijo, desde el más allá. De igual modo, el hermanastro de Sebastian Knight convierte en suya la vida y memoria del difunto, llega a confundirse con él. Las identidades se diluyen y los perseguidores acaban convirtiéndose en perseguidos. La construcción de la realidad (una biografía) es básicamente ficticia, una máscara.
Otro de los temas predilectos de Vila-Matas: el juego de identidades, las máscaras como suplantaciones de lo ¿verdadero? Todos los personajes actúan de una forma más o menos histriónica,  muchas veces absurda (Kafka nuevamente) y casi siempre mentirosa (por ejemplo, la infidelidad de la madre de Vilnius, el amante de ésta o su propio padre), porque ese ser “auténtico” o “verdadero” que busca Vilnius es incognoscible. Todos son o pueden llegar a ser otros. La identidad del hombre (pos)moderno no es más que un mito. Dylan es un buen ejemplo de esa personalidad no unívoca, camaleónica.
A la vez hallamos una reflexión sobre el sentido o la utilidad de la creación posmoderna: el fragmento, la interrupción, la disolución, son sus temas y el protagonista se plantea  ¿tiene esto ya sentido? ¿cuál es el paso siguiente? La respuesta puede estar en la cesación, en el vacío, para Vilnius. En la mostración de la paradoja, para el narrador.
Por último, y en relación a la mencionada influencia de lo teatral en esta obra, tenemos la constante presencia de Hamlet: la historia de Vilnius y su padre es reflejo especular de la de Hamlet  y el suyo,  ambos padres reclaman venganza, ambos hijos la buscan y en esa búsqueda se hallan a sí mismos. Ambos representan teatral, especularmente su drama. Espejos dentro de espejos que provocan una visión en abismo. Y en el fondo de ese abismo, la eterna pregunta sobre el sentido. Aire de Dylan no responde a esa pregunta, sino que la plantea y la deja en suspenso.
A pesar de todo lo comentado, lo interesante de Vila-Matas es que el camino de la interpretación no aparece nunca cerrado, y unas referencias nos remiten a otras como en un laberinto de significados, donde cada uno podrá portar su propio hilo de Ariadna.