simon_pedestal

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lunes, 12 de diciembre de 2011

EJÉRCITO ENEMIGO, de Alberto Olmos

















Es llamativo como, a los que solemos frecuentar las reseñas de blog literarios, nos pueden influir las opiniones que consideramos más o menos autorizadas o fiables en virtud de quién las pone en circulación. Críticos o aficionados a las reseñas han vertido variadas y contradictorias valoraciones sobre la última novela de Alberto Olmos. Y por un tiempo, muchas de esas opiniones me hicieron albergar ciertos prejuicios sobre la obra, hasta el punto que desistí de leerla, a pesar de que en principio me llama mucho el interés por este autor (sobre todo desde que leí Al bordo del naufragio). Pero finalmente la leí, ya más bien por morbo curioso (por todo el barribuntillo de odios y pasiones que se ha suscitado) que por puro interés literario. Y he tenido que concluir que, aunque efectivamente la opinión solvente de alguien leído, versado en la interpretación literaria y concienzudo en su análisis pueda guairnos en nuestras lecturas, la última palabra la tiene nuestro propio goce estético y concepto de lo artístico. Vamos, lo que sin más podemos considerar “lo que a cada cual le gusta y punto”. Esto podría decir mucho de la inexistente infalibilidad de los juicios literarios, según la cual, esta misma reseña sería superflua, innecesaria. Pero como el contar y hablar sobre lo que nos gusta y nos parece bueno o bien denostar y criticar lo que nos parece excesivamente valorado es, a fin de cuentas, la mediana función de un blog “literario”, entraremos en nuestra lectura particular, que es la que realmente a uno le llega, por mucho paratexto, metatexto o revuelo que haya alrededor.
Y mi opinión es que en absoluto veo esta novela como una provocación deliberada y con vocación de suscitar la polémica huera. Todo lo contrario, me parece ver a un narrador muy coherente, muy real, aunque también muy cínico (por tanto aún más real, más imagen de nuestros tiempos), que va contándonos a ras de su propia miseria personal y existencial, una historia de amistad truncada por el asesinato violento del amigo (Daniel Mansilla), protagonista/antagonista en la sombra y que va girando lentamente (aunque no creo que de forma inverosímil como apuntan muchos) hacia una leve trama detectivesca. Que no por leve menos inquietante e interesante.
Desde dos puntos de vista y de vida aparentemente antagónicos, el de Santiago, vencido por su escepticismo, por su cinismo y descreimiento ante todo lo humano (clase baja, cierto revanchismo social) y el del muerto Daniel (a través del recuerdo, a través de su clave de mail), personaje comprometido, que cree, al menos en principio, en la posibilidad del cambio, en las excelencias de la solidaridad y en la necesidad del compromiso (clase media-alta, mundo cómodo desde el que vivir la utopía de la bondad y la igualdad), se va desgranando una visión que denuncia abiertamente el cariz totalmente impostor de nuestros tiempos. Se disecciona una sociedad corrupta hasta en sus buenas intenciones (o principalmente en ellas), en la que el mismo hecho del compromiso se convierte en producto del capital, en material para publicitar, para ser adquirido como un objeto más de consumo. La solidaridad de escaparate, de jóvenes que quieren ir a la moda de “soñar otro mundo”y lavar sus estrechas conciencias sin apenas notar que entran a formar parte de otro mercado más, el de la bondad – correcta, plausible, aceptada- hacia los otros. Y en esto yo no veo cinismo por parte del narrador, sino denuncia (bastante comprometida para más señas). La solidaridad del narrador no viene de las acciones sociales, de las ONGs o de las ridículas “manis”, como las llaman los personajes. Viene de un compromiso mucho más profundo, más realista. Está por ejemplo en la descripción de su barrio depauperado, sin futuro; en la visión del abigarrado y desastrado mundo de los marginales (sin concesiones idealizadoras, eso sí); en la descripción de la gran soledad del hombre posmoderno, pegado a su pornografía cibernética, alojado (o desalojado) en el mundo laboral más deprimente y despiadado (la agencia de publicidad para la que trabaja no queda mejor parada que los pijos solidarios, desde luego); en las vacuas relaciones (casi siempre sólo sexo, nada afecto real) y desencuentros que tienen lugar a través del falso mundo de internet, de la falsa compañía de lo móviles, del falso paraíso de la droga y el alcohol con amigos.
Yo creo que ahí reside el compromiso ético del autor/narrador. Su denuncia no es de pancarta y consigna, sino que va un paso más allá para topar con la denuncia de la propia inanidad humana. Del escaso poder de salvación del hombre. De su ruindad y su miseria, ahora como en otros tiempos. Se nos muestra un mundo éticamente descompuesto, moralmente malbaratado, que tiene que ver más con la insalvable condición humana, que con la sociedad aquí y ahora. Aunque el aquí y ahora no ha hecho otra cosa que inflar al límite lo peor de la sociedad. Y dentro de esa hipocresía, la más lacerante para el protagonista es precisamente la que se convierte en mayor simulacro de todas: el falso compromiso ético, producto éste de nuestro tiempo y que puede convertirse en el mayor de los engaños publicitarios y propagandísticos. Todos quieren apuntarse a ese ser buenas personas, a esa ilusión de hacer cosas por los demás, a ese mentiroso humanismo que lucha por nobles causas, pero que da la espalda a la causa principal. La propia corrupción del sistema, la propia condición irredenta del ser en el mundo.
Considero ante todo valioso, además de la denuncia y unido a ella, el retrato cabal del mundo actual. Como ya he dicho, la pintura que se nos ofrece de la vida y el espacio de los marginados, del lumpen, que ofrece momentos de verdadera “compasión” (no sentimental, claro) con el otro. Compasión en su sentido etimológico, de padecer con, sentir con. Y el protagonista siente en sus carnes la desgracia que le rodea. Otra cosa es que sea, también como índice de nuestro mundo actual, cínico y descreído, y que no albergue esperanza. Pero su desesperanza no es egoísta, ombliguista, pienso, sino que atañe a lo que le rodea. En este sentido tiene más conciencia de clase, mayor compromiso que los abanderados oficiales de la solidaridad. Se aparece solidario con lo humano, con el fracaso, con la derrota (es significativo que incluso se compadezca del supuesto asesino de su amigo. Todos podemos llegar a ser iguales de despiadados y crueles, el mal acecha a cada cual, lo que varían son las circunstancias sociales que mediatizan la libertad individual).
Y, como elementos circundantes de la descripción de ese mundo, están cómo no, los simulacros de lo real a través de internet. El sexo desafecto y la pornografía son elementos recurrentes en el protagonista, su cordón umbilical con un mundo en el que no hay sitio (no hay nido) para él. Acepta las absurdas reglas de lo que él mismo llama la “vuelta a la caverna”, el voyeurismo, el exhibicionismo, la pérdida de la intimidad que implica la red. Todo ello muestra al hombre solitario, desvinculado, que sabe del simulacro pero participa de él. Porque es lo que hay. Es la única arma con la que sentirse acompañado en un momento en el que las relaciones humanas obedecen más que nunca al fingimiento, al estar y no al ser, al pasar pero nunca quedarse.
Junto a este retablo de lo actual, está el hilo de una trama detectivesca (parodiada en cierta forma) que se convierte en la única acción vital que mueve al personaje. Y no creo que la trama sea endeble, o si lo es, lo es deliberadamente. Lo importante no es tanto encontrar a un asesino, descubrir un enigma. Lo importante es cómo el personaje se va enfrentando a sí mismo, a su sentido de la culpa desconocida, al enigma de los otros, a los que realmente no llegamos a conocer ni aun poseyendo la clave de su correo y sus conversaciones privadas, más íntimas. También se enfrenta a su propia e inevitable cobardía cuando se encuentra de cara con la realidad (de un posible asesino real), a su decepción por la imposibilidad de compartir con otros, con el otro (el final, creo, es una muestra palmaria de ese irremediable vacío que es la propia existencia: acude a todos -amigos, novias o exnovias, padres-, inocente, desesperadamente, para tratar de compartir su miedo, su fracaso, su despido, y se da cuenta de que está esencialmente solo).
También he leído críticas hacia su estilo, según algunos, inapropiadamente lírico en ocasiones. Por el contrario, pienso que la mezcla de la crudeza y de la proximidad de la conversación más realista no choca en absoluto, sino que se complementa, con la reflexión más o menos lírica y hasta con el lenguaje soez. Tampoco el hecho de mostrar opiniones, de esos “miniensayos” sobre la pornografía, la publicitaria solidaridad o cualquier aspecto que rodea al protagonista, me parece un demérito. Las tendencias en lo literario, en la narrativa, ya hace tiempo que van por ese derrotero, también como signo inequívoco de lo que interesa al escritor y al lector en nuestros tiempos. Una novela no es sólo un armazón bien montado de acciones. Es más, la acción cada vez se diluye más en aspectos que resultan más interesantes y más urgentes para el creador: la digresión, la reflexión vuelven más reales los relatos de un mundo que ya no se sostiene sólo en la pura ficción. Los lectores parecen no querer ya tanto trampantojo de lo real (quizá por falta de inocencia, o por hartazgo) y prefieren que la realidad (en forma de autoficción, metaficción, o exposición personal) se filtre junto a lo ficticio. Quizá porque lo ficticio ha ganado tanto terreno en nuestras vidas que la única manera de ficcionalizar artísticamente sea darle la vuelta, y mostrarnos un poco de lo que se acostumbraba a llamar real, para señalarnos en el espejo que, a nuestro pesar, nos rodea.

24 comentarios:

  1. Los mercados apretando y otros "criticando" las salidas... ¿ qué nos dejaís hombres de dios ? ¿ el futuro de los lemmings ?

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  2. Hola Ehrengard:

    Me alegro de que te haya gustado este libro.
    He leído la reseña con gran interés. Yo diría que posiblemente es la mejor que he leído sobre este libro.
    Cada vez te salen mejor las reseñas.

    saludos

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  3. Ya tengo ganas de leerme "Ejército enemigo".

    Algunos solidarios practicantes aguantan la comparación con algunos religiosos o moralistas o políticos practicantes, que una cosa es que den testimonio público de compromiso y otra bien distinta que prediquen con su ejemplo.
    Conozco gente de ONG que se dedican a refugiar a magrebíes y subsaharianos, y que son los primeros racistas (algunos se asombrarán de esto, pero yo no me esperaba otra cosa) "...a los negros se les lleva mejor y nunca te dan problemas, con los moros no te puedes fiar porque te la lían en cualquier momento..." expresiones de este tipo son frases usuales dentro del mundillo solidario.

    Por eso, ante los "prejuicios" que suscita una obra literaria que denuncia la hipocresía de muchos solidarios de pancarta y slogan (si la obra denunciase otras hipocresías sería elogiada por los mismos que ahora la critican, estaríamos ya ante una hipocresía de 2º grado) hay que recurrir al increible prefacio de El retrato de Dorian Gray:

    "La vida moral del hombre forma parte del tema para el artista; pero la moralidad del arte consiste en hacer un uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Hasta las cosas ciertas pueden ser probadas."

    "Es al espectador y no a la vida a quien refleja el arte."

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  4. Bueno, gran día para las reflexiones. Me ha gustado mucho el final de la reseña, Ehrengard, y esos caminos son los que transito porque son los que me interesan. Hay tantas ficciones que moldean nuestra realidad que el realismo me parece una postura de lo más ingenua. Existe, sin embargo, un peligro. A ver si estás de acuerdo: dar manga ancha a la subjetividad, admitir que el mundo es una versión impuesta, elegida por nuestro subconsciente colectivo o, incluso, distinta en cada uno de nosotros, pone las cosas muy dificiles a los moralismos, a las cuestiones éticas. Bueno, la verdad es que es una polémica de lo más antiguo: universalismo versus relativismo.

    Un saludo.

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  5. El aforismo "Es al espectador y no a la vida a quien refleja el arte" me parece soberbio.

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  6. Enhorabuena por la reseña, Ehrengard.
    Tengo en casa varios libros de AO pendientes de lectura, me temo que este habrá que añadirlo al lote.
    Me interesa esta novela porque ha llegado el momento de mover el péndulo, despacio y con seso para no llevarlo al otro extremo. La solidaridad, entre comillas, que llevamos masticando desde hace largos lustros se ha desvelado como un verdadero negocio del bolsillo, de la imagen y de la falta de conciencia progre. Obviamos las ONG serias que todos tenemos en mente.
    NIño pedante, siento discrepar con tu mención a los religiosos (en general). Si somos objetivos, reconoceremos que en esto la Iglesia le moja la oreja a cualquier ONG (incluidas las más eficientes). Es lo que ellos llaman Caridad. En eso no les gana nadie, hay que reconocerlo.

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  7. Lo sé Arrecogiendo. Por eso puse "algunos" solidarios y "algunos" religiosos practicantes. No todos. Mi mención a estos colectivos no fue (en general). Me refería a los que creen lavar sus conciencias por acudir a una manifestación contra el capitalismo salvaje o por participar en el rastrillo benéfico organizado este año por Puri,Cuqui,Queca y Marijose. Porque Plácido sigue dando vueltas con su furgoneta de realidad. Entre una kedada de indignados, entre una zambomba de la parroquia.

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  8. Es indudable Niño que tus conocimientos en materia eclesiástica es bastante amplio, pero me atrevo a decir que los que tienes sobre Sociología de Masas o de Política no. Un hecho tan real como que salgan a la calle a protestar cientos de miles de personas en todo el mundo no creo que pueda banalizarse a la ligera y aunque los medios nos enseñen siempre los mismos perroflautas, hippies de cartón, y demás caterva hipster con sus iphones en las manifestaciones que se han sucedido por todas las principales ciudades del mundo "desarrollado", no deben impedirte ver el bosque en su totalidad.
    Individualizar demasiado los componentes de una protesta siempre es bueno para criticarla, atomizarla, desprestigiarla, etc. pero realmente no sirve para entenderla, juzgarla con criterio y/o conocer sus intenciones.

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  9. Respecto a lo que Peri López señala :"dar manga ancha a la subjetividad, admitir que el mundo es una versión impuesta, elegida por nuestro subconsciente colectivo o, incluso, distinta en cada uno de nosotros, pone las cosas muy dificiles a los moralismos, a las cuestiones éticas"

    Le doy toda la razón, negar la TODA la realidad nos lleva a la caverna, somos seres sociales y como tales debemos imponernos unas normas éticas de comportamiento que nos pueden gustar mas o menos, pero debemos aplicarlas con al ceguera del fanático porque de lo contrario romperíamos nuestro cordón umbilical hacia los demás, haciéndonos mas vulnerables respecto de los grandes y mas pobres respecto de nosotros mismos.

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  10. Vaya, efectivamente parece que la obra de Olmos es terreno abonado para la polémica, lo que no deja de ser notable. Está bien que la obra literaria provoque alguna reflexión más que la puramente estética, que nos lleve a la controversia.
    David, muchas gracias por tus elogiosas palabras. El acierto o no de una reseña quizá no está más allá de lo que nos impacta o revela una obra. Y a mí, personalmente, esta de Olmos me ha parecido muy buena, y sobre todo muy reveladora. Cualquier obra que denuncie la hipocresía y nos saque de los convencionalismos socialmente aceptados, siendo además una obra excelentemente escrita, merece la pena ser leída y analizada, aunque sea entre amigos o entre amigos blogueros.

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  11. Hola, Peri. Estoy de acuerdo contigo en que el subjetivismo y la individualidad ha de encontrar un terreno común compartido en lo social y en lo moral. Pero no pienso que esta sea la función de lo literario. Antes al contrario, la obra literaria debe mostrar precisamente el punto de vista particular y único de una perspectiva, la de su autor. El autor no ha de estar para desvelar una Verdad (lo cual dudo que exista, así, en términos platónicos), sino para ofrecernos su enriquecedora visión de mundo, su sesgo de la existencia. La realidad como tal es una falacia, en el terreno vital, pienso. Ahora bien, a otros corresponde, no a los escritores, crear o inventar una moral o ética necesaria bajo la cual la convivencia social sea posible. Pero no deja de ser un invento, un imperativo moral necesario pero no suficiente.
    Saludos

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  12. Hola, Arrecogiendo, gracias por tu comentario. De los libros de Olmos que he leído, quizá sea éste el que más me ha impactado. También A bordo del naufragio me pareció muy interesante, y creo que mantiene varios puntos de contacto con éste. Sobre todo por esa visión descarnada y descreída del mundo y de los semejantes. Más inocente y menos tajante su primera novela que Ejército enemigo. Será, claro, cosa de la madurez. Otro de los libros que comenté aquí fue Trenes hacia Tokio, que también lleva el sello de su autor, pero con un estilo mucho más ligero e irónico, más juego observador que enjuiciamiento de la realidad.
    La imagen que da de la solidaridad en esta novela no es puramente cínica, como he intentado explicar. Creo que lo que desenmascara es el cariz hipócrita y mediático que adquiere la bondad en nuestra sociedad. Una storytelling más con que relatarnos una visión falseada del mundo.
    Creo, evidentemente, que el camino del compromiso no va por ahí. Aunque tampoco el escepticismo absoluto solucione nada. Pero lo literario no ha de buscar la solución política ni ética, sino sólo desvelar el fingimiento.
    En cuanto a lo religioso, no puedo estar más de acuerdo (también en general, claro, con honrosas excepciones). La Caridad sismo me ha parecido la mayor de las imposturas, que ahora reiteran desde el ámbito laico, con otro nombre y otra supuesta actitud.
    Saludos

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  13. Custard, el libro de Olmos no es un ataque al movimiento 15-M, aunque la conexión parezca inevitable. La novela de Olmos es anterior al movimiento, pero éste, según creo, tiene mucho donde verse retratado. Está claro que es más fácil destruir/criticar que construir, pero ¿ Qué intenciones son ésas o qué finalidad persigue? Yo sigo sin verlo claro. Y en lo político y en lo social sí debe reinar el concepto de utilidad y pragmatismo. Y, ciertamente, si un movimiento no tiene claro qué quiere cambiar, no propone metas ni acción, dudo mucho de su eficacia.
    En cuanto a lo de aplicar la ética con la ceguera del fanático no puedo estar de acuerdo de ninguna manera. Si algo le podemos deber a la literatura es su capacidad de desfanatizar, de relativizar y de que seamos más individuos y menos masa. Pero desde lo individual, sin teatro mediático, se puede hacer mucho. Siempre seremos vulnerables respecto a los "grandes" y eso no lo cambia una sentada ni un click en contra del maltrato, como te proponen continuamente en las redes sociales. Vaya osadía: haz click aquí si quieres que acabemos con el hambre en el mundo...

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  14. Niño, te doy la razón en lo de Plácido. Nunca ha podido estar más de actualidad esa película. Siente un pobre a su mesa... Haz click para cambiar el mundo. El arte siempre sabe retratar mejor que nadie la hipocresía social.
    En cuanto a la iglesia, pues... Con la iglesia hemos topado, tema tabú en el mundillo estili(s)ta, ¿o no?

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  15. Niño, muy bien traída la furgoneta de Plácido. Obra genial, dicho sea de paso, con un gran defecto: se rodó hace varias décadas por un director español.
    Lo cierto es que la discusión sobre el tema se presta al maniqueísmo más inconsciente; sin embargo impone tantos matices que se convierte en bizantina.

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  16. ahí lo tengo, he leído toda su obra, incluído malherido, pero lo odio, no me gusta su papel de mala persona que intenta ofrecernos.

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  17. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    EL ESTILISTA

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA ,STAR WARS,

    José
    Ramón...

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  18. Después del anterior comentario cualquiera pierde el miedo a comentar.
    Enhorabuena por la reseña. Has hecho con el libro lo mismo que un exprimidor eléctrico con una naranja. Hasta la última gota. Has hecho que me entran ganas de beber zumo de naranja.

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  19. Hola Jesús, yo creo que Mal-herido no es más que un personaje ficticio creado para poder decir burradas a ingeniosidades, siempre con mucha inteligencia por detrás, me parece. Hay que tomarlo como una broma del autor en un estilo de crítica que triunfa mucho en los blogs, pero que Olmos lo hace con mayor soltura e ingenio que muchos otros polemistas. Yo personalemente me he reído a carcajadas con algunos de sus posts, y los considero, en muchos casos, puro juego.
    En cuanto a su obra, aunque bebe del mismo escepticismo y sarcasmo, no me parece tan destructiva, sino más bien lúcida. Supongo que es cuestión d gustos, lo tuyo parece una relación amor-odio con el autor; le odias pero lees todos sus libros...
    Saludos

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  20. Gracias por tus palabras, José Ramón, muy amable

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  21. Muchas gracias, Corrientísimus, creí que sólo comentabas al Niño Pedante ése que anda por aquí...
    Creo que este zumo merece la pena, si bien es un tanto ácido, y hay que tomarlo sin azúcar

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  22. Buenas Ehrengard, reseña muy interesante, justa y juiciosa. Te paso la mía sobre el mismo libro por si fuera de interés. Saludos

    http://malastestas.blogspot.com/2011/11/lo-que-ejercito-enemigo-esconde.html

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  23. Gracias, Tirso, y perdón por la tardía respuesta (no he andado por aquí últimamente).
    Me gustó mucho tu reseña, incides en puntos que en mi lectura quizá pasé por alto. El tema de la identidad o del aparente poder "divino" del protagonista a través de internet. Por supuesto, es fundamental el concepto de pornografía, en más de un sentido, como señalas. También coincido contigo en lo de la paradoja final: el protagonista e vengador involuntario de la clase a la que odia y traiciona a la "suya".
    Me apunto tu blog, muy interesante y gracias de nuevo.

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