simon_pedestal

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martes, 15 de febrero de 2011

PASAVENTO VERSUS LEVÉ ( ¿El hombre sin atributos?): AUTORRETRATO de Édouard Levé
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Literatura del yo:

Me molesta que se me señalen los elásticos de las bragas. Siempre espero destrás de la puerta hasta que ya se ha marchado el vecino. Relaciono siempre avispas y pilas eléctricas, creo que por algún poema surrealista que leí. Me desasosiegan los cajones llenos de cosas dispares: mecheros, cintas, facturas, un tapón de goma y horquillas, además huelen raro. Los teléfonos móviles en silencio me parecen amenazantes: de un momento a otro pueden torcer tu vida. Creo que me psicólogo se aburre con lo que le cuento. Me gusta quemarme la piel junto al mar. Tengo un libro azul cuyas páginas acaricio para relajarme. El teatro es una impostura inverosímil. Odio que me chirríe la goma del sujetador mojado sobre la piel.



¿A alguien le importa todo esto? ¿A mi pareja, tal vez, a mis hipotéticos alumnos que quieren reírse un rato? ¿Para qué la minucia? Me dicen o leo: experimento, sinceridad, caos medido, reflexión perdida, autenticidad. Igualmente se podría decir: mijitas juntas, banalidades, lavado gástrico del yo, autocompasión. Veamos ejemplos del autor:


No escribo para complacer al que me lee, pero tampoco me importaría que fuese así. Puedo partir un folio tamaño A4 en dos, en cuatro, en ocho, en dieciséis, en treinta y dos, en sesenta y cuatro, pero hasta ahí. Para leer mis posturas favoritas son, en este orden, tumbado, sentado en un sillón, sentado en un sofá, sentado a una mesa, de pie. A menudo creo que no sé nada de mí(...) (Sí que sabes: sabes partir un folio a trocitos y sabes cómo te gusta leer, por ejemplo)


Ejemplos al tuntún:
Utilizo el primer mejillón para sacar el resto.


Fumar lleva mucho tiempo.


Si me levanto temprano, el día me parece más largo que si me levanto tarde, aunque no esté despierto más tiempo.


No he perdido ningún avión que haya explotado en pleno vuelo.


La primera vez que vi a gente hacer el amor delante de mí fue en un club de intercambio de parejas.


Me masturbo menos con imágenes delante que con recuerdos.

Probablemente frases así puedan constituir un autorretrato. Todas seguidas, sin pausa, hasta el final. Y el lector: mira esto yo también, mira aquí sobre qué es la vida, qué gracioso esto o que guarrada aquello. Mero cotilleo por parte del lector. Si un autor que me gusta cuenta estas cosas me recreo con el morbo de parecer adentrarme en su vida, en sus intimidades (en la admiración por un autor hay algo de sentimiento amoroso: nos importa él, todo él). Verbi gracia cuando Javier Marías habla de su adorada maestra fumadora, su madrina Olga que le llevaba un sombrero tirolés, o las pelis que se tragó una detrás de otra en los cinemas de París; a mí me interesa porque me interesa TODA la obra de Javier Marías, y él sabe hacer que su vida también parezca una obra (él se crea siempre como personaje).
¿Es eso lo que ocurre con Levé? Tiene su vida los ingredientes para generar el morbo, el interés y la compasión: fotógrafo, pintor, escritor a medias, y sobre todo suicida. Esto útimo llena de más autenticidad su discurso: buscamos las huellas que llevan a la muerte (mira, aquí dice que va al psicoanalista o que la vida es una mierda casi siempre), releemos su vida con la fruición que nos depara su último gesto. ¿Es lícita esta veneración? ¿Es autosugestión creer que alguien es más auténtico o más sincero en su obra artística, que nos desvelará secretos o guías de uso de la vida porque en un momento, definitivo para él, decidió ahorcarse (en su caso) o pegarse un tiro? Hay cierta mitificación de la locura y de las soluciones extremas como el suicidio: creemos que esos autores tocados con el sombrero cónico de la locura están más próximos al misterio, a lo profundo, tienen en sus mentes algo fundamental que los aproxima a lo sagrado. Quizá sea así (ya lo dijo Cervantes y yo no soy quién para llevarle la contraria). Otro gesto mitificable del autor: envía su libro Suicidio a su editor poco antes de suicidarse él mismo. ¿Boutade de excéntrico? ¿petición de auxilio? ¿imperativo del destino? Igualmente al editor le vino genial para las ventas y el reconocimiento.
Pero a mí la enfermedad, y menos la mental, no me parece sagrada. Parece más bien una putada que te juega tu mente o tu cuerpo: locura, cáncer o hemorroides. Malas pasadas que te impiden llegar al otro mito: el de la felicidad. A lo mejor es que sólo nos movemos entre mitificaciones. En ese caso, el Autorrettrato de Levé tiene una lectura mítica y mística: de dónde vienen y hacia dónde van los pasos de quien mira cara a cara la verdad, o sea, a la muerte.
Pero desde otro punto de vista (sin tótems o crucifijos que adorar) creo que esta literatura dista de tener interés en sí misma. Sobre todo si la comparo, por ejemplo, con los Relatos Autobiográficos de Thomas Bernhard. En este autor la historia propia es reflejo de las historias externas, su autorretrato se hace una reflexión sobre: una época, una sociedad, un yo aplastado en el medio. Su visión va del yo hacia lo otro y enriquece nuestra mirada con la suya: el yo en el mundo.
¿Nos interesa un yo en sí mismo, un exhibicionismo del yo, me mí, conmigo? ¿Las minucias y los fragmentos construyen el sentido? Bien podría ser así. Bien podría ser también una parodia de su humilde condición de ser vivo.
Personalmente (YO) prefiero la desaparición del autor que buscaba el Doctor Pasavento: esa verdadera desaparición de la autoría sobre los campos nevados del sanatorio de Herisau. Cuánto nos cuesta, y cada vez más, tragarnos la identidad. Exhibe, exhibe, que algo queda...

5 comentarios:

  1. la locura como símbolo de la deidad es un atentado directo a la racionalidad del hombre por lo que estaría bien el establecimiento de un tipo de código deontológico por parte de las editorales para evitar ciertas publicaciones bañadas en litio, tranquimazin, etc..

    Un informe de salud mental antes que el manuscrito ¡¡¡¡

    para sembrar de malas hierbas ( o alucinatorias.. ) la ya tan compleja realidad que vivimos mejor que asemejen a Robert Walser y acaben haciendo los honores a una canción de los Planetas...

    pd el nivel sigue subiendo y mis ganas de borrar el primero aumentando...

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  2. Querido anónimo:
    Identifico a mi pesar tu estilo y tu ideario. Tus palabras te delatan. Identifícate plis, por un momento pensé que alguien leía este blog

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Ya lo advertí, el nivel es alto.

    A Thomas Bernhard parece que una de las bombas norteamericanas que cayeron sobre Salzburgo le hubiera reventado la vanidad por dentro.

    Por otro lado, las boutades están de moda. Son reconocidos ejercicios de vanidosa exhibición de aparente intelectualidad. Ser borde, ser grosero, ser inoportuno, ser malhablado, ser estrafalario, o ser exhibiscionista... Por ahora mola. A mi impostada pedantería todo esto le viene casi de puta madre. Lástima que sea una mijita católico y que además no tenga ni una mijita de inquietud intelectual. Porque me saldrían unas boutades de las buenas, de esas terribles y desagrables.

    En cuanto a lo del triste final de Levé tiene pinta de ser una perfomance tipo Luna Miguel pero a lo bestia.

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  5. Levé parece esperar "una respuesta inspirada de la Pitia que sentada sobre el fatídico trípode en estado de éxtasis, en el ádyton (lugar prohibido), subterráneo del templo, proclama los deseos de Zeus que revela a su hijo"(Pedantería Wikipédica).

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