simon_pedestal

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lunes, 6 de junio de 2011

Niños pedantes celuloidos (IX) : Joselito.



Escena mítica.

España es diferente y sus niños pedantes celuloidos también lo son. Casi todos ellos eligieron el cante para descollar* entre sus paisanos.

* En el caso de Joselito tómese la 2ª acepción de descollar que da el diccionario de la RAE:
1. intr. Dicho de una persona o de una cosa: Exceder a otras en figura, tamaño, etc.
2. intr. Aventajarse frente a otros, distinguirse entre ellos.

Nuestros niños pedante celuloidos casi no tuvieron opciones: O el cante, o saberse de memoria la lista de los reyes godos para que te nombraran delegado de la clase.

Joselito era tan pedante que entró a saco en el cine español. En su primera película, el director ni siquiera se plantea cambiarle el nombre al personaje que interpreta el niño... para qué liar más a la gente, Joselito hace de Joselito. Deciros que si hubiese hecho otro personaje (por ejemplo de un niño campanero llamado Miguelillo o Antoñito o así), el título del post no podría ser Niños Pedantes Celuloidos (IX): Joselito, porque sabeis que yo siempre titulo en función del personaje, nunca del actor que lo encarna. Pero como España es diferente (Ortega y Gasset se había dado cuenta mucho antes que, además, España era invertebrada) pues en este caso sí me puedo permitir el título sin caer en error alguno.

También Marisol, la gran niña repipi celuloida española, haría de Marisol en alguna de sus pelis.

Joselito era muy bajito de estatura y al crecer (bueno, esto es un decir, al ver pasar sus años de gloriosa infancia pedante) no pudo soportar el declive y se buscó un destino exótico donde perderse lejos del mundanal ruido y donde poder practicar su afición favorita: la caza. Eligió (dió en el blanco, vamos) la Angola portuguesa en guerra. Él dice que ni fue mercenario ni nada de nada... que fue mercedario, cofrade de la Virgen de la Merced de Luanda. Lo que ocurrió es que la gente, aburrida en aquella España de la transición, siempre fantaseó a su costa, e imaginaban a Joselito tendiendo emboscadas y trampas hechas con hojas de palma a los astutos pigmeos que le temían como a un Dios de la guerra, blanco, terrible e iracundo. O bien, imaginaban a Joselito comandando una patrulla de bosquimanos que se vendían al mejor postor a cambio de sacarle las tripas a quien fuese. Tarifa plana: Corazón de portugués (12 kwanzas) Hígado de Angoleño (4 kwanzas) Pulmón de extranjero enviado especial que toca los cojones de algún bando (25 kwanzas) Intestinos de espía infiltrado (45 kwanzas) No dude en consultar precios de las ofertas especiales para cuarteles o campamentos de maniobras. Joselito's Warriors.


En un pueblito español... cómo no ibamos a tener nuestro niño pedante celuloido.

2 comentarios:

  1. Por lo que parece Joselito de niño mataba cantando y de viejo cantaba matando. Yo no sé que es más peligroso.
    Joselito te estará agradecido. Puede que nadie más hable de él hasta el día de su muerte. Aprovecho el ciberespacio para desearle una larga vida, a ser posible sin cantar y sin disparar.

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  2. Anónimo, has dado en el blanco (como Joselito), en la primera antología que un rostro pálido hizo de la poesía de los pieles rojas norteamericanos "El sendero sobre el arco iris", hay composiciones que constan de un sólo verso y están llenas de magia y sortilegio.

    Mato, cantando...


    Los primeros cazadores cantaban antes de cazar. También en África.

    ¡Oh Luna, que mañana yo cace una gacela!

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