Yo diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura.
Yo diría que es barroca la etapa final de todo arte, cuando éste exhibe y dilapida todos sus medios. El barroquismo es intelectual y Bernard Shaw ha declarado que toda labor intelectual es humorística. Este humorismo es involuntario en la obra de Baltasar Gracián; voluntario o consentido en la de Lopera.
Ya el título excesivo de este docu-post proclama su naturaleza barroca.
Ser Lopera (jugar al presidencialismo enérgico, jugar a ser un salvador, un dictador, un horrible decorador de interiores) es a la larga, una imposibilidad mental y moral. El Loperismo adolece de irrealidad como los infiernos de Erígena. Es inhabitable; los béticos del universo sólo pueden mentir por él y sufrir los rigores de su terrible arte decorativo. Nadie, en la soledad central de su yo, puede anhelar que triunfe. Arriesgo esta conjetura: Lopera quiere ser derrotado. Lopera de un modo ciego colabora con los inevitables equipos que lo aniquilarán, como los buitres de metal y el dragón (que no debieron ignorar que eran monstruos) colaboraban, misteriosamente, con Hércules (pero no con el Hércules de Alicante).
Jorge Luis Borges.
No hay comentarios:
Publicar un comentario