simon_pedestal

simon_pedestal

martes, 26 de abril de 2011

LOS ENAMORAMIENTOS (y otras tergiversaciones de la realidad), de JAVIER MARÍAS








A pesar de su título, en esta novela el amor o enamoramiento no está visto en su forma sentimental o como análisis emocional (convencional, digamos), sino desde el punto de vista de la reacción y las consecuencias que el enamoramiento, partiendo quizá de la volición de una sola persona, acarrea para el resto del mundo que nos circunda, en relación siempre con lo azaroso de los efectos no previstos y lo caótico de los motivos en general, que son constante en la obra de Javier Marías.
El tema, en definitiva, nos remite claramente a los temas y obsesiones típicos de la literatura de este autor: el amor (en sus distintas versiones: el conyugal, el idealizado o aparentemente imposible tras el que insistimos, el de conveniencia, el de sometimiento a alguien que no nos corresponde) no es sino punto de partida para el desfile de multitud de ideas de índole moral o más bien filosófica sobre el mundo y el papel del hombre en éste: la lealtad y la traición, la memoria de lo pasado y el olvido que lo carcome y lo iguala todo, la culpa y la impunidad, y sobre todo la búsqueda infructuosa de la verdad, que siempre es cambiante, multifacética e inalcanzable (lo que evidentemente la anula como principio).
Es un buceo en la conciencia humana a través de los distintos personajes que van reflexionando y dialogando. De aquí quizá es de dónde pueda provenir algún “reproche” a la novela. Cada personaje, aun perteneciendo todos ellos a la alta cultura (editora, profesores universitarios, el propio Rico) tienen exactamente el mismo estilo, usan un mismo lenguaje. Esto no es en sí una novedad en la obra de este autor. La omnipresencia de una sola conciencia, de un solo estilo que va enlazando historias e ideas está en la mayoría de sus novelas (a partir de Todas las almas, sobre todo). Pero en las anteriores esta voz usurpadora e insistente es el murmullo de la voz narradora que todo lo va acaparando bajo sus reflexiones, sus narraciones hipotéticas y su ir y venir por las ideas; de manera que es el narrador quien va hilando todas las historias y hasta los pensamientos de todos los demás personajes.
Sin embargo, en Los enamoramientos, esta voz se fragmenta en diálogos, que son tomados, digamos, desde fuera, omniscientemente, con lo que el resultado es que numerosos personajes hablan del mismo modo ( no ya filtrados por el narrador) y sostienen ideas semejantes, opinan igual y razonan igual sobre distintas cuestiones. Y esto, me parece, resta verosimilitud a lo contado; la ausencia total de polifonía (recordando a Bajtin), aparte de ser un rasgo de estilo del autor, en este caso puede hacer cojear la verdad de lo contado. Lo que, por otra parte, no ha de ser la propia intención del autor: quizá quiere que veamos el escenario, el trampantojo, para dar mayor universalidad a lo contado y “sacarnos” de algún modo de la historia como anécdota.
Llega incluso la narradora a darnos “instrucciones” para una interpretación verosímil:

"Luisa hablaba bastante bien, con no escaso vocabulario y con verbos que en el habla general son infrecuentes (...); al y al cabo era profesora universitaria, de Filología Inglesa,"


lo que sin duda choca y hasta resulta anticuado o "decimonónico". Pero como Marías no es novelista inocente ni principiante, prefiero creer que se trata más bien de un recurso consciente: el yo, la voz monocorde insiste en que veamos y apreciemos la ficción como tal, nos enseña el entramado porque no es lo principal. Importa más el engullirnos bajo su reflexión metafísica que todo lo inunda y todo lo lleva a un orden más general, el del acontecer y el sentir humanos.

Otra de las “pegas” irremediables a la novela podría ser el ya reiterado y tradicional cameo de Francisco Rico. Se trata de un tic deliberado del autor (en su afán de crear al personaje ficticio Rico, que sobreviva al erudito, al mortal, como nos anunció en su Discurso de Ingreso en la RAE), que puede permitirse el juego con el lector, sobre todo con el lector seguidor, que se regocija pensando: “ya está aquí Rico, con sus aspavientos y sus excentricidades” –para quienes hemos tenido el gusto de escucharle en persona, personaje totalmente fuera de lo verosímil, o al menos fuera de lo convencional-. Como juego del autor, bien, pero quizá poco atractivo y justificado narrativamente. No obstante, Javier Marías siempre ha sostenido una idea lúdica y cómplice de la literatura. Y, qué demonios, a estas alturas puede permitirse los juegos que le apetezcan, que todos le reiremos el guiño un poco al estilo Hitchcock.

No obstante, con ser los temas de la novela ya conocidos para sus lectores, Marías va siempre más allá, tuerce un poco más la visión, le da vuelta sobre sí misma (en una especie de escorzo), hasta agotar las posibles significaciones, implicaciones de la narración. Partiendo, como siempre, de la dudosa veracidad de cualquier acto narrado e incluso ocurrido (¿ocurrió lo que parece haber ocurrido?) Creo que el leitmotiv fundamental es la instigación de esa duda, en los personajes, y en el lector; el cuestionar hasta lo que más seguro y evidente parece, con todas las repercusiones que ello reporta: ¿qué es traición o qué lealtad?, por ejemplo. No prevalece lealtad sobre traición ni al revés: cada una ofrece su óptica paradójicamente, sin contradecirse en absoluto. Siempre dependerá del punto de vista adoptado para la conveniencia y la voluntad de quien las asume.

Y no sólo está el tema de la cambiante verdad, sino que también se hace fundamental el de la relevancia o trascendencia de lo humano. Los hechos se mueven entre el ingrato olvido y la borrosa memoria, por tanto forman parte de un todo alucinado o ilusorio. Recordemos un fragmento de Borges, en El Hacedor, que creo puede iluminar esta idea:


“Don Quijote –que ya no es Don Quijote sino un rey de los ciclos del Indostán- intuye ante el cadáver del enemigo que matar y engendrar son actos divinos o mágicos que notoriamente trascienden la condición humana. Sabe que el muerto es ilusorio como lo son la espada sangrienta que le pesa en la mano y él mismo y toda su vida pretérita y los vastos dioses y el universo.” ( “Un problema”, de El Hacedor de J.L.Borges)


En el caso de Javier Marías podríamos decir, con Borges, da igual el crimen , la traición y el dolor, todo es igualmente ilusorio y todo se desvanece, se acaba diluyendo en la borrosa memoria de los hombres. El azar y el olvido dentro de la gran rueda del mundo son quienes adelgazan lo ocurrido y su relevancia, y ocultan su memoria para tiempos venideros.

Y si esa es la condición del hombre en el mundo (la duda, lo ilusorio, la dudosa memoria, la inexistente verdad), el amor o enamoramiento no hace sino empeorarlo y torcerlo todo aún más, como leemos en el cierre de la novela (auténtica definición del hecho amoroso):


“Es verdad que cuando nos atrapa la tela de araña –entre el primer azar y el segundo- fantaseamos sin límites y a la vez nos conformamos con cualquier migaja, con oírlo a él –como a ese tiempo entre azares, es lo mismo-, con olerlo, con vislumbrarlo, con presentirlo, con que aún esté en nuestro horizonte y no haya desaparecido del todo, con que aún no se vea a lo lejos la polvareda de sus pies que van huyendo”.

No entiendo a quienes ven una trama pueril o excesivamente sencilla (http://lector-malherido.blogspot.com/2011/04/los-enamoramientos-de-javier-marias.html) incluso decimonónica (una de las razones esgrimida es la “escucha a través de la puerta”, lo que cualquier conocedor de la obra de este autor reconoce como una constante, el “overhear” sobre el que reflexiona en “Todas las almas”). Como de costumbre en Marías, la trama se adelgaza, no importa, es punto de partida y puente hacia la construcción narrativa posterior, de mayor alcance estético que el mero enlace de historias bien engarzadas en sus causas y efectos.
Por el contrario, la búsqueda del autor está en esa periferia de lo contado, en lo que surge de inapresable a través de las pequeñas y corrientes vidas de sus personajes, y en discurrir y jugar con ello.

Los enamoramientos constituyen, pues, otro puente que nos tiende Javier Marías hacia la reflexión y la duda, hacia el cuestionamiento de lo que puede parecer incuestionable y nos sumerge en su proverbial estilo envolvente, añadiendo un eslabón más a la cadena de ese mundo narrativo único y unitario, que lleva cuarenta años desgranando.

5 comentarios:

  1. Hola, qué tal. Buena entrada. Precisamente ahora estoy leyendo CORAZÓN TAN BLANCO y es curioso que en los primeros párrafos saque a relucir también a la memoria como acaparadora de hechos que se diluyen. Pero esto ya lo había dicho Borges en otro sitio que no es EL HACEDOR, creo que se lo oí decir en alguna entrevista: no recordamos hechos, sino recuerdos. Va en la línea de lo que dices.

    Quizá ataque este LOS ENAMORAMIENTOS. Lo de una única voz ya lo había leído por ahí. La verdad es que me parece sospechoso. Ya te contaré, si te parece.

    Un saludo. Buen blog.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Qué tal. Me alegro de que te pases por nuestro blog. Corazón tan blanco es uno de los primeros libros que leí de Javier Marías (y releí)y me sigue pareciendo una obra maestra en su construcción y su estilo, aparentemente sencillo, pero con tantas resonancias. Me permito aconsejarte, quizá antes de Los enamoramientos (un poco menos genial que sus obras anteriores, me parece) "Negra espalda del tiempo, Todas las almas, Mañana en la batalla piensa en mí o, por supuesto, Tu rostro mañana (la culminación de su estilo y sus obsesiones). Es cierto que Marías tiene un mundo propio de temas: la imposibilidad de hallar la verdad, la conveniencia o inconveniencia de saber, la memoria como falseadora y recreadora, el olvido, la muerte. Son sus "demonios" como diría Vargas Llosa, que crean un mundo propio, como ocurre con cualquier gran autor, que no se pliega a las modas ni a las variaciones estilísticas vacías.
    Como ves, soy una admiradora incondicional, y le considero una de las cumbres de nuestra literatura, a pesar de que en España no sea tan reconocido como debiera (el tan conocido cainismo nuestro). Sí lo es, en cambio, en el resto de Europa, sobre todo Alemania, y hasta en la Academia sueca.
    Me encantaría que me comentaras tu lectura. Y gracias por tus amables palabras.

    ResponderEliminar
  3. Hola, de nuevo. No me había dado cuenta de que el blog tiene varios autores. Saludos a todos.

    Hace años leí MAÑANA EN LA BATALLA PIENSA EN MI y guardo muy buen recuerdo de esa historia. Sin embargo, he empezado varias veces TU ROSTRO y no sólo no me ha gustado en ninguna de ellas sino que me he convencido de que el problema residía en que se trataba de un mal libro: cómo puede ser que después de pasar veinte o treinta páginas uno no sea capaz de leer con un mínimo de relax o soltura, cómo es posible que después de tantos párrafos uno no tenga cogido el tono, que se tenga la impresión de que la lectura se escurre entre los dedos... la conclusión que saco es que está mal escrita.

    La próxima vez tendré en cuenta lo que me dices pero, de momento, no tengo prisa por abordarlo de nuevo: NEGRA ESPALDA DEL TIEMPO, TODAS LAS ALMAS y LOS DOMINGOS DEL LOBO irán antes.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. ¿Qué Marías no es reconocido en nuestro país? ¿Bromeas? En mi opinión es demasiado reconocido. Es verdad que no me ha gustado su novela y eso influye. Por lo general (siendo su último seguido) su prosa me produce cierto espanto. Pero da igual Lo que quiero decir es que Marías es uno de esos autores a los que nunca se les cuestiona y no sé muy bien porqué cuando lo cierto es que se le puede criticar mucho.

    Sirva como ejemplo esto que tu misma dices: "Y, qué demonios, a estas alturas puede permitirse los juegos que le apetezcan, que todos le reiremos el guiño un poco al estilo Hitchcock". A mi eso me parece que para un escritor es tener mucha suerte.

    Interesante reseña.

    Un cordial saludo,

    ResponderEliminar
  5. Estoy oyendo y leyendo muy buenos comentarios de la última obra de Marías y la verdad, no sé si atreverme de nuevo. Le abandoné en 'Corazón tan frío', y tanto, frío, y pausado... Pero siempre es bueno cambiar de opinión o, al menos, intentarlo. Saludos!!!!

    ResponderEliminar